el CAOS

El verdadero jefe

Con los nervios propios de los primeros días llegué a la emisora. Era un principiante, ingenuo principiante, pero con muchas ganas de hacer las cosas bien. Me enfrentaba entonces a tres meses de prácticas en una auténtica emisora de radio. Tenía que demostrar que era capaz de ser todo un periodista. Ahí no servía amilanarse ante las desavenencias que podrían llegar. Provenía de la prensa escrita. Tenía mis vicios, claro, y mi forma de trabajar. Anteriormente, en muy pocas ocasiones me enfrenté al micro vacío y frío. No tenía mucha experiencia y me asustaba la idea de perder el control. .

En su despacho se respiraba una intensa vida. Gran profesional me acogió con los brazos abiertos. Me hizo pasar. Me senté entonces. Y hablamos sobre periodismo, sobre medios de comunicación, sobre política. También sobre asuntos triviales y, quizá, poco relevantes, pero que daban a entender que aquel viejo director era un pozo de sabiduría. Había más candidatos para el puesto. Una beca de prácticas en Onda Cero en Elche, una pequeña gran ciudad que genera una incombustible información, a veces difícil de procesar. Pero era lo que un estudiante desea en sus años de estudiante. Antes de despedirme y de insinuarme que quería contar conmigo para aquel trabajo, me escoré en el marco de su puerta, y dije que lo pensaría.

Dos días después, dos días interminables en los que tenía que decidir si continuaba con mi anterior trabajo de colaborador en un periódico local o me arriesgaba a hacer una simple beca remunerada con poco dinero, regresé a la emisora. Me volvió a atender con honorable humildad. De tú a tú. De profesional a profesional. Casi sin parpadear, me miró y me dijo que si le iba a dar una buena noticia. No sé si fue buena o mala, pero decidí ganar menos dinero e hipotecar mi vida durante tres meses, dejando atrás una cierta seguridad, por vivir el apasionante mundo de la radio.

No sabía qué era lo que le pasaba por su cabeza. Creo que nunca lo supe. Antes de darme la bienvenida al barco me dijo con su tenue voz: “Yo nunca me equivoco con mis trabajadores”. Demasiada responsabilidad, pensé. Mucha. No podía defraudarle. Lo intenté. Humildemente, creo que no le fallé. Serio a veces, su personalidad hermética y férrea no dejaba traspasar a veces sus sentimientos.

Realmente me trató genial, como nunca un jefe lo hizo. Como nunca un jefe lo hará. Era el día a día. Cuando mis ilusiones se desvanecían, era él quien no las dejaba escapar. Las metía dentro de una cajita y me la entregaba. Cuando los nervios me jugaban una mala pasada él siempre tuvo palabras de aliento para levantarme el ánimo, perdido en un mar de autoconfianza olvidada.

Me hizo creer en mí, y en que podía mejorar. Nunca lo olvidaré, es cierto, nunca se lo dije, también es cierto. No sólo era él. Aquel ambiente, los periodistas y comerciales que formaban la plantilla de la filial de Elche, me hizo crecer. Fueron, a veces, días muy duros. El estrés se acumulaba rápidamente y hacía falta mucho coraje y seguridad para sacar aquello adelante. Y para eso estábamos nosotros, aquellos jóvenes becarios que jugaban a ser periodistas. En aquella casa me di verdadera cuenta qué es lo que quería ser de mayor: contar la realidad circundante, comunicar, escribir, reflexionar, hacer pensar a la gente.

Me cuidó cuando necesitaba una palmadita en la espalda, y fue duro cuando tuvo que serio. Un jefe tiene que ser así. Es el ejemplo de jefe. Duro pero humilde. Quizá porque era un verdadero periodista. Se equivocaba, por supuesto, todos somos humanos, pero siempre daba la cara por los suyos. Nunca me defraudó en el tiempo que estuve a sus órdenes. Aprendí a ser periodista. Inculcaba la idea de confirmar los hechos y buscar la pluralidad, algo cada vez más inerte en los días que corren.

El cáncer ha podido con él; una estúpida enfermedad, que no le hizo volver a trabajar a los tres días de haberle dado de alta. Un periodista de raza. Vivía por y para el periodismo. Hoy, ese periodismo que tanto amaba, ha perdido a un fiel seguidor. Ni que su cuerpo se fuera descomponiendo lentamente paró a ese corazón que tanta fuerza tuvo en su interior. Hasta siempre, Pepe Andreu. Te echaremos mucho de menos.

Diario Información: Fallece el periodista y director de Onda Cero en Elche José Andreu

Emotivo adiós a José Andreu con motetes del Misteri d´Elx

La Verdad: Fallece el periodista José Andreu, director de Onda Cero

Cantos del Misteri despiden al periodista José Andreu Pujalte

José M. Sánchez "Daze"

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5 Comments:

  • Siempre hemos de recordar a la gente que, en mayor o menor medida, contribuyeron a hacer de nosotros lo que hoy somos. No tuve el placer de conocer a Pepe Andreu, pero sin duda hubiera merecido la pena no sólo conocerle, sino trabajar con él en el medio de comunicación más atractivo que existe: la radio.

    Más aún si defendía -como aseguras- los valores periodísticos que a día de hoy están confinados en algún lugar del que no los quieren sacar.

    Saludos.

    By Blogger Nando Rico, at 2/26/2007 08:04:00 p. m.  

  • Hola, Jose María.
    Lo importante es mirar al futuro sin olvidar.

    Por cierto, te recomiendo que te des una vuelta por mi página. Deben silbarte los oídos.
    Hasta ahora.

    By Anonymous Anónimo, at 2/28/2007 04:16:00 p. m.  

  • Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    By Blogger Unknown, at 3/03/2007 06:46:00 p. m.  

  • Yo quisiera oir esa emisora y bueno honor a quién lo merece.

    By Blogger Unknown, at 3/03/2007 06:48:00 p. m.  

  • ya lo sabes pero es la verdad, me ha emocionado mucho tu articulo y leyendo he ido recordando muchos días y muchas experiencias parecidas, qué verano aquel que trabajamos con él eh? aprendimos mucho y siempre nos trató fenomenal. Muchos besos, y gracias por llamarme tan pronto como lo hiciste.

    By Blogger Estefania Parra, at 3/04/2007 04:15:00 p. m.  

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