el CAOS

Unos que vienen y otros que ya están

Si con la II República se consagraron los primeros pasos hacia una España autonómica, -en la que casualmente Cataluña fue la primera en firmar su texto estatutario- treinta años después de que nuestro país renaciera de sus cenizas gracias al restablecimiento de la democracia, los ciudadanos catalanes tienen una nueva oportunidad para elegir la fórmula ideal para convivir con el resto de territorios.

Después de que los ciudadanos hayan hablado, los partidos político tendrán que interpretar los resultados obtenidos porque, aunque se augura un aplastante Sí, las cuentas no están totalmente claras, aunque lo que sí es cierto es que esa incombustible lucha entre los diferentes grupos tiene que acabar lo antes posible, ya que la tensión ha ido in crescendo a lo largo de los últimos meses y las continuas agresiones han sido una manifestación de la radicalidad de algunos grupúsculos malintencionados. Discrepar y tener posturas contrarias beneficia a la Democracia. Es fundamental, más que nada porque la existencia de voces plurales puede alcanzar el beneplácito de todos y llegar a un consenso mayoritario en el que todos encontremos nuestro cómodo hueco.

Después de estar dentro del gobierno, Esquerra Republicana per Catalunya sigue manteniendo firmes sus reivindicaciones. Este estatuto recorta la financiación y, a su juicio, frena la economía catalana. Los independentistas se han quedado marginados y con mucho menos poder del que pretendían. Rechazando el proyecto que aspiraba a convertirse en el mayor éxito de Cataluña, les faltó empuje para consolidar sus posturas, arrebatadas en último momento por CIU, que ha sido el gran vencedor en esta interminable carrera. Han subido al podium y es normal que ERC haya sentido celos porque han ido detrás de este proyecto desde el primer momento. Les ha salido mal la jugada.

Aunque a quien le puede salir cara la apuesta es a Pascual Maragall que sigue deshojando la margarita de la candidatura a la Generalitat. Sus días pueden estar contados. Los socialistas han apostado fuerte por este Estatut. Y en segundo plano se encuentra José Montilla, secretario del PSC y Ministro de Industria. No es listo ni nada. Aunque la reelección está todavía en el aire ya han asegurado que no habrá disputas por el primer puesto si Maragall finalmente no se presenta.

Y claro, el PP se ha escorado aún más a la derecha. Los populares, que han tratado de demonizar el Estatut hasta límites insospechados, tienen que revisar sus planteamientos que les han llevado a estar en contra de todas las grandes reformas. Y es así, porque a lo lejos se vislumbran demasiados escollos. Su actitud radicalmente contraria al Gobierno contrasta con los pactos en el País Valenciano y Baleares. A menudo dicen que la derecha consigue arrastrar a un mayor número de votantes. Vamos, que tienen más fieles seguidores. El problema es que su electorado de la radicalidad. El principal partido de la oposición, con una vocación de alternativa al gobierno, ha decidido jugar sucio. Y así lo demuestran sus últimas reacciones. Pero no es el único, porque los socialistas catalanes también han recogido esa esencia como se ha podido ver en el lema de la campaña a favor del texto estatutario: “Sí gana Cataluña, No gana el PP”. Demasiado ofensivo para los valores que intentan transmitir.

Y allá en el horizonte ya se vislumbran nuevas medidas reformistas que llegan para sumarse aún más en el eterno debate de la territorialidad española, tan cuestionada en los últimos tiempos. Ahora es Galicia quien entra en el guión de esta película. El presidente de la Xunta y líder del PSdeG-PSOE, Emilio Pérez Touriño, y el vicepresidente del Ejecutivo gallego y portavoz nacional del BNG, Anxo Quintana, han acordado que el nuevo Estatuto autonómico recoja en su texto el reconocimiento del "carácter nacional" de Galicia. Habrá debate para rato. ¿Quién será el próximo en llegar?

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José M. Sánchez "Daze"