el CAOS

Los periodistas. Esa raza de profesionales

“Los periodistas sufren estrés crónico, trastornos de ansiedad y pánico, severos problemas ondontológicos (que no deontológico) y altos riesgos cardiovasculares”. Esta es el (no tanto) sorprendente titular que desde el Confidencial Digital se hacen eco de una investigación elaborada por la Obra Social de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires.

Aunque el estudio se centra en Argentina, parece representativo de la situación actual de esta profesión tan adorada como denostada. Llama la atención que el 47% de los periodistas argentinos se mantiene en una relación de dependencia de su trabajo, mientras que el 46% lo hace en régimen de colaborador.

Y es que operar bajo la enseña del “colaborador” destroza ilusiones y ganas de trabajar, puesto que quienes trabajan como colaboradores parece que viajen en un túnel sin salida en el que el final del camino, aquel en el que se consigue un contrato decente, está cada vez más difícil.
En líneas generales, los periodistas tienen “problemas de presión alta, anomalías cardíacas, altos niveles de colesterol, triglicéridos y glucemia; falta de memoria y atención, síntomas de estrés crónico, depresión ansiedad y un ambiente laboral inadecuado”. Pese a todo, me parece demasiado rebuscado este estudio. No por ser periodista se tiene que hacer esta diferenciación tan alternativa. Realmente, tenemos desarrollado otros aspectos que otros, se trabaja mucho y muy duramente. Pero quizá como en otras tantas profesiones.

Esto me recuerda a algo que ya escribí hace algún tiempo. El acceso para trabajar en un medio de comunicación nacional es, prácticamente, imposible a día de hoy; no así como entrar a formar parte de una redacción local o regional. La experiencia que tengo me dice que en los medios locales o regionales se aprende mucho más que en los medios nacionales, ya que las oportunidades de publicar son mayores.

Trabajar en una sección de uno de estos medios es mucho más fácil para un becario (o un recién licenciado) que hacerlo en El Mundo o El País. La prensa local tiene, pese a que algunos se opongan a ella, el don que obliga al periodista a salir de la redacción, a aprender a preguntar, a buscar cualquier tipo de fuentes, a tener los ojos y los oídos bien abiertos. Y preguntar. Y, por su fuera poco, a uno le hacen caso. Y, sobre todo, se aprende, ya que en los medios locales se vive mucho más intensamente el periodismo que en Madrid o Barcelona, sencillamente porque te dedicas a todo lo que en la capital está reservado a las “grandes estrellas” de cada casa.

Y lo que es más llamativo: la prensa local y regional nutre de información a los grandes medios porque tienen la obligación de ofrecer información local y regional diariamente, algo muy difícil de cumplir y que las grandes redacciones han perdido por el mero hecho de aglutinar entre sus páginas cualquier noticia de importancia que suceda en toda la geografía española. Por tanto, una gran empresa lo tiene más fácil y, por esta razón, discriminan el concepto de servicio público. ¿Tiene o no más posibilidades que en toda España ocurra algo noticiable que en una provincia? La prensa local tiene la obligación de preocuparse constantemente por lo que les interesa a los ciudadanos e intentar ofrecérselo lo mejor posible.

Y por si fuera poco, tu redactor jefe o tu jefe de sección suele tener un trato muy cercano contigo lo que hace conocerte mejor. Claro que no es Madrid o Barcelona. Quizá a ojos de los ciudadanos (y de los propios compañeros en las grandes redacciones) no tengan tanto glamour, pero son una escuela de periodismo fabulosa porque ayudan a crear auténticos albañiles de la información, no “pequeñas estrellitas” que quemarían a su madre por firmar un suelto, aunque sea con sus iniciales. Eso sí, de un medio nacional... Sin duda, para llegar a una gran redacción habrá que pasar, previamente, por la prensa local. Sinceramente, la prensa local es el lugar más adecuado para un recién licenciado, porque allí encontrará cercanía y un trato algo más familiar.

José M. Sánchez "Daze"

Un recuerdo para el poeta

Federico García Lorca es la figura literaria más conocida, estudiada y admirada de las letras castellanas del siglo XX. Setenta años no son nada para recordar a un fusilamient injusto, aunque realmente como todos.

El fusilamiento del poeta y dramaturgo español Federico García Lorca durante los primeros días de la Guerra Civil habría sido instigado por parientes lejanos del escritor, según revela el documental "Lorca, el mar deja de moverse", que se estrenará a finales de septiembre en España.

La homosexualidad de Lorca y la publicación de "La casa de Bernarda Alba", una obra "con mucha mala leche, donde hace una radiografía de los Alba, parientes de los Roldán", habrían sido los detonantes de su muerte instigada, entre otros, por Juan Luis Trescastros Medina, casado con una prima lejana del padre.

Entre las discusiones que enemistaban a las familias se contaban los problemas por repartos de tierras compradas a medias, así como distintas tendencias y ambiciones políticas -los Lorca eran republicanos y los Roldán de Acción Popular- en el inicio de la Guerra Civil Española.

Vía: Lacapital.

José M. Sánchez "Daze"

¿España necesita un Plan Nacional contra Incendios?

El baile de cifras sobre las hectáreas quemadas son inconcebibles. ¿A quién favorece que sean 86.000 o 77.000? Galicia arde, como también lo hacen en otras zonas. Y lo terrible es lo siempre humanamente obvio: cientos de familias han perdido todas sus pertenencias, sus ahorros y el trabajo de toda una vida.

Que un tema de esta trascendencia se convierta en un asunto político es vergonzoso, pues son siempre los partidos políticos, que en su habitual afán por contradecir al rival, en ese cobarde juego parlamentario, se han olvidado de quienes son y para quién trabajan. La sociedad clama sus derechos. Y parece mentira que, un país como el nuestro que se sitúa a la cabeza en cuanto a número de incendios de refiere, no exista un Plan Nacional contra Incendios. Porque lo que está sucediendo no hay derecho.

Curiosamente, gracias a ese principio de subsidiariedad en el que se trasladan las competencias a las administraciones regionales y locales se ha descuidado un problema endémico que afecta a nuestros bosques y campos como si nadie ni nada pudiera afrontarlo. Estamos ya tan acostumbrados a que se produzcan incendios durante los meses estivales, que no nos asombrados de nada. Los medios de comunicación aportan las cifras, datos que no nos sorprenden.

Pese a todo, se hace necesario establecer un exhaustivo sistema de penas contra toda esa gente que provoca el fuego. Es un delito, tipificado en el código penal. Deberíamos retomar el lema que por aquellos revulsivos años ochenta se escuchaban en todas las emisoras, tanto de radio como de televisión: “Todos contra el fuego”.

José M. Sánchez "Daze"

Setenta años mirando atrás

Resulta más que curioso el carácter “revisionista” que está envolviendo a muchas de las decisiones tomadas por el Gobierno de Zapatero. El presidente ha convertido el espíritu de la II República en un referente a seguir. Lejos de aprovecharse de su filosofía histórica para aprender de ella, ha generado una situación que más se parece a la vivida en aquellos delicados momentos. Podríamos decir que ha realizado un “viaje hacia el pasado”. Es así, porque entre sus decisiones se incluyen, por ejemplo, la retirada de efigies dedicadas al franquismo, algo verdaderamente sorprendente pues en ningún país del mundo en el que hayan sufrido los perjuicios del fascismo y del comunismo se mantienen actualmente estatuas que recuerdan a los dictadores. Es historia, de acuerdo, pero debería encontrarse en un museo.

Nadie duda que la Historia hay que tenerla más que presente. Hay que recordarla y, por supuesto, seguir investigándola. Porque se podrá procurar un avance en la sociedad en el momento en el que se aprendan de los errores. Y la Guerra Civil española fue uno de los errores más grandes de nuestra historia contemporánea. De hecho, el interés por los entresijos más oscuros de la contienda sigue estando muy presente entre los historiadores y el gran publico. Tanto es así que la II República, y sobre todo el conflicto bélico, ha supuesto un punto de referencia en la formación tres generaciones de españoles que, conviven en la actualidad tratando de olvidar los sufrimientos y añoranzas perdidas por aquellos entonces. Convive una generación que está impulsando la recuperación de la memoria de las víctimas del franquismo que, aunque muchos miren hacia otro lado, todavía se podrían desenterrar en las numerosas fosas comunes que existen.

Los poderes públicos tienen que implicarse de tal manera que podamos mirar al pasado sin abrir heridas. Porque todavía no han cicatrizado lo suficiente. Mucha gente cree encontrarse incluso en aquélla impactante época y recuerda esa situación constantemente, ya que ha marcado los corazones de muchos españoles. Realmente, nos encontramos ante el grave problema de llegar a una situación en el que los testigos directos no estarán presentes. Será entonces cuando la Guerra Civil no será más “memoria” y pasará a ser, únicamente, “historia”. Sin embargo, será el momento en el que, quizá, esas heridas dejen de existir. Pero actualmente muchas víctimas tratan de rehacer sus vidas y no está de más que en el año en el que cumplen 70 años de sufrimiento se recuerden.

La historia de los pueblos siempre ha sido malinterpretada, manipulada, interpretada, obviada y sesgada. El llamado revisionismo histórico es un error por cual se ha tratado de recuperar ciertos mitos que se pensaban ya olvidados y superados. Ha partido de vislumbrar la sublevación nacional como un golpe preventivo que se convertía en el preludio de una inevitable guerra. Algunos pretenden que el origen de los acontecimientos se situaran como un adelanto para evitar el triunfo del comunismo. Sin embargo, el gobierno de aquellos entonces no era socialista, ni marxista, ni tan siquiera comunista. Era simplemente republicano. Es así, porque el partido comunista, por poner algún tipo de ejemplo, tenía una escasa representación parlamentaria. Eso sí, no hay que obviar que realmente existía un problema serio de orden público, aunque no de Estado. Lo que sí que hay que tener claro es que la sublevación militar acabó con la legalidad democrática (y digamos también constitucional, ya que actualmente a la gente le gusta mucho esta palabra) del gobierno de la república.

Tampoco hay que olvidar la escandalosa represión republicana. Se ha devaluado además que la intervención fascista y nazi derivó en la victoria final del ejercito franquista. Pero realmente fue así porque la ayuda soviética llegó a posteriori de la alemana e italiana. Por tanto, no sirvió para establecer un verdadero equilibrio de fuerzas durante la contienda. Cada uno trata de hacer un abuso de la historia para defender sus propios intereses, bastante concretos para el momento en el que nos encontramos.
José M. Sánchez "Daze"