el CAOS

Momentos de excepción

Portada de la revista Time con la imagen de Adolf Hitler
Quizás por la mala relación con su padre, o por los frecuentes cambios de residencia y colegio, lo cierto es que un Adolf Hitler adolescente no lograba cuajar amistades, teniendo como resultado que se encerrase en sí mismo y en sus sueños como futuro pintor, su afición favorita pero que jamás logró desarrollar positivamente. Los designios de su padre, por el contrario, iban por otros derroteros, pues deseaba para su hijo una carrera de funcionario. La controversia fue fuente de frecuentes disputas y discusiones, en las que el joven Hitler no cedía un ápice, al punto que, a modo de rebeldía, dejó de prestar atención a los estudios en la escuela católica de Linz y repitió curso. Todavía andaba de unos sitios a otros sin habituarse a los diferentes sistemas. Nadie podía entonces predecir lo que aquel niño de cabello moreno y piel rojiza desembocaría años después.

La educación, como arma preconizadora, es un elemento indispensable para la formación de las personas. Las primeras etapas en la vida de un niño son las más cruciales, pues es allí donde obtiene las herramientas éticas y morales con las que se servirá toda su vida. Por esta razón, una buena educación es indispensable, necesaria, obligatoria y imprescindible. Sin embargo, los años han ido demostrando que el modelo educativo implantando en España no ha sido el más adecuado y ha hecho que el bagaje cultural de los jóvenes se mantenga en el nivel de “suficiente”.

El problema que hemos vivido es que, cuando el gobierno de turno ha sido de diferente ideología, la educación a sufrido cambios rotundos y, con ello, un deterioro notable de la calidad de la enseñanza. Sinceramente, exijo un Pacto de Gobierno entre los partidos mayoritarios para que nos garanticen un modelo educativo próspero y que tenga perdurabilidad en el tiempo, de modo que vele por la excelencia de la educación. ¿Es inviable procurar un sistema a largo plazo y que no sea modificable de forma tan radical? ¿Es que acaso los dirigentes de nuestro país son incapaces de ponerse de acuerdo en nada? ¿O es que, sin embargo, tanto la sanidad como la educación apunta de diferente ángulo según la ideología? A mi juicio, confío que me concedan el deseo expreso de que tanto la educación primaria como la secundaria sea acorde a los nuevos tiempos y se impartan las materias de forma que desarrollen el intelecto de los adolescentes y niños de nuestro país. Debemos crear un modelo que trabaje en aras de la calidad, de procurar una formación con la que pueda competir con cualquier potencia mundial.

Todo ello pasa por formar a los ciudadanos españoles en materia de idiomas, en matemáticas, en sociología, en valores. Todo se puede resumir en un concepto: cultura general. Y es que estamos dejando de lado la cultura general. Muchos de nosotros no sabríamos situar las distintas capitales de provincia en un mapa de España, o saber el nombre de aquel admirable autor que escribió “Episodios nacionales”, o hacer una simple regla de tres, o conocer el desarrollo cronológico de los acontecimientos más importantes del siglo XX. Eso sí, lo que sí que no nos escapa al conocimiento es que, en España, hay dos partidos mayoritarios y, nunca o casi nunca, se han puesto de acuerdo en algo. Vamos a ver si conseguimos un “momento de excepción”. La verdad es que sería admirable.
José M. Sánchez "Daze"

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